domingo, 25 de noviembre de 2012

ETAPA 19: MOMBUEY - REQUEJO DE SANABRIA

-

Por el Camino de los Mozárabes: Ruta Sanabresa

Lunes 4-6-2012 - De Mombuey a Requejo de Sanabria (45,4 Km.)
Salida: 5.45 - Llegada: 16.45

Mil aldeas, mil ermitas.

Cielos despejados y temperatura agradable (Mín. 8º - Máx. 23ºC)



En previsión de otra larga etapa, hoy tocaba un nuevo madrugón de los de levantarse a las cinco, cuando el resto de peregrinos todavía dormía. Llevé todos mis trastos al aseo, única estancia dentro del albergue separada del dormitorio, y allí me vestí en silencio, desayuné como pude y preparé la mochila. Al salir al exterior era de noche, hacía frío, y con la escasa iluminación de las farolas enfilé la Calle de la Iglesia hacia la salida de Mombuey. Al abandonar la zona urbana la oscuridad era completa, pero me ayudaba de una pequeña linterna para comprobar las indicaciones de la ruta.

Al principio, el camino marcha en paralelo a la carretera N-525 y, cuando al cabo de un rato llegué al primer desvío, me encontré arrancada la marca de piedra que señala la dirección a seguir, que ya no quedaba clara. Busqué otras flechas que confirmasen la ruta, pero no las encontré, y en lugar de cruzar la calzada, seguí hacia la izquierda por el camino que lleva a Prado Redondo. No las tenía todas conmigo, porque durante un buen rato no volví a ver ninguna indicación, y al encontrarme de frente con las obras del AVE me convencí de que había elegido la dirección equivocada. Tuve que volver sobre mis pasos hasta la señal que me había llevado al error, y comprobé que tenía que haber seguido de frente, pero ya casi había perdido la media hora de margen que le había robado al sueño...













La etapa de hoy discurre íntegramente por la comarca de Sanabria, situada en el extremo Noroeste de la provincia de Zamora, y limítrofe con Portugal y con las provincias de León y Ourense. Rodeada de montañas, tiene una altitud media próxima a los 1.000 metros y, según se avanza hacia el Oeste, se asemeja cada vez más al territorio gallego, tanto por el paisaje y la orografía de sus valles como por la distribución de la población, la tipología de sus edificaciones, e incluso, por las costumbres y el habla de sus gentes.

El itinerario marcha en paralelo a la carretera N-525, la Autovía A-52, las vías del ferrocarril y las obras de la nueva infraestructura del AVE que se dirigen hacia los puertos de O Padornelo y A Canda, entrada natural a Galicia. Aquí abunda el agua, el verde y la tierra fértil, y la población se reparte por todo el territorio en pequeñas aldeas, donde nunca falta una iglesia o ermita consagrada al patrón local. Pero en su mayoría se encuentran cerradas, con lo que salvo alguna rara excepción, es imposible admirar los pequeños tesoros que encierran.
















A medida que avanza la mañana voy pasando por varias de estas pequeñas localidades. En Valdemerilla se encuentra  una Iglesia dedicada a San Lorenzo, con una espadaña que da la impresión de estar a punto de venirse abajo. A la entrada de Cernadilla está la Ermita del Cristo, y poco después la Iglesia de La Purificación de María, de torre barroca. Dos kilómetros más allá, en  San Salvador de Palazuelo se pasa junto a la Iglesia de la Transfiguración del Señor, románica del Siglo XIII y con una escalera exterior por la que se accede directamente al campanario.














Por una amplia pista forestal donde abundan los robles y los castaños se llega pronto a Entrepeñas, localidad con 65 habitantes situada junto a uno de los brazos del Embalse de Cernadilla que retiene el caudal del Río Tera, donde se encuentra la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, construida en el siglo XVI, y que después de ser arrasada por un incendio conserva todavía algunos elementos de su origen barroco, como el retablo y la pila bautismal, aunque su moderna torre es un tanto impersonal. En el núcleo de la aldea se puede apreciar alguna muestra de la arquitectura popular de la zona.















Un cambio de orientación nos desvía hacia el Norte para evitar las obras del AVE y, tras sobrepasar la autovía, nos lleva a cruzar la carretera a la altura de Asturianos junto a la Ermita del Carmen, patrona de la localidad. Aquí me encontré con Andreas, en esta ocasión acompañado de una sonriente peregrina. El teólogo alemán me comentó que la noche anterior, después de no haber encontrado alojamiento en Mombuey, se vio obligado a continuar andando resignadamente hasta el albergue de Cernadilla, al que llegó casi a las diez de la noche cuando el resto de peregrinos ya estaban acostados. Pero, al parecer, hoy ya se había olvidado de la fatiga y su rostro reflejaba felicidad...













Continúa el periplo por la región con rumbo hacia el Oeste, pero los cambios de dirección hacia las pequeñas aldeas son constantes, y en alguna ocasión puede más la tentación de seguir por el arcén de la carretera para acortar unos cuantos metros que la fidelidad a la ruta señalada. Y así se llega junto la Ermita de la Encarnación, en Palacios de Sanabria, junto a cuya entrada lateral me llama la atención un limosnero con un artístico grabado en la piedra que reza: SI AQUÍ TU LIMOSNA ECHARES TUS CAUDALES CREZERÁN A MILLARES













Por un sendero boscoso que sigue la trayectoria del antiguo Cordel de Benavente se llega a Remesal, pequeña localidad de 23 habitantes perdida en medio del monte, en cuya Ermita de Santa Marta tuvo lugar el 20 de junio de 1506 la reunión entre Fernando el Católico y Felipe el Hermoso que dio lugar al acuerdo llamado Concordia de Villafáfila, por el cual Fernando se retiraba a sus posesiones en Aragón y le cedía el trono de Castilla al esposo de su hija Juana, dado que se consideraba que la legítima heredera estaba incapacitada para reinar debido a su enajenación mental. La vigencia del acuerdo fue breve debido a la muerte de Felipe a los pocos meses, volviendo Fernando a asumir el trono de Castilla como regente, dado que el heredero de Juana y Felipe, el futuro emperador Carlos V, tenía tan sólo 5 años de edad.














En el tramo siguiente se vuelve a cruzar la autovía por dos veces, bordeando por una pista asfaltada la Iglesia de Santo Tomás Apóstol, en la localidad de Otero de Sanabria. Tras sobrepasar el Arroyo del Manzanal se llega a la aldea de Triufé, donde en medio de varias casas en ruinas y alguna rehabilitada se encuentra la pequeña Ermita de San Amaro, a un paso ya de la villa de Puebla de Sanabria, que pronto se aprecia a lo lejos en una panorámica que domina todo el valle. Sólo queda cruzar de nuevo la autovía y descender hacia el cauce del Río Tera para apreciar el elevado promontorio donde se asienta la magnífica fortaleza tras la que se defendía su población.

















Capital de la comarca, la Puebla de Sanabria es una localidad de 1.600 habitantes cuyo casco histórico ha sido declarado Conjunto Histórico-Artístico. Se encuentra ubicada en lo alto de un cerro, delimitado en gran parte de su contorno por la confluencia del Río Castro con el Río Tera, y situada en una zona estratégica fronteriza con Portugal y desde donde se controlaba el paso entre Galicia y Castilla.

Su núcleo urbano, antiguamente amurallado, está articulado alrededor de la Plaza Mayor, donde se encuentran sus edificios más destacados: El Ayuntamiento, la Iglesia de Nuestra Señora del Azogue y el Castillo de los Condes de Benavente. Sus calles empedradas y sus casas de piedra con fachadas blasonadas, amplios balcones y galerías acristaladas, dan una clara muestra de la importancia de esta localidad a lo largo de la historia.













La ciudad cuenta con fuero propio desde el reinado de Alfonso IX, a finales del Siglo XII, y dentro de ella, el Castillo constituía el principal baluarte defensivo del conjunto de murallas que la rodeaban por completo y de las que sólo quedan algunos tramos. Fue construido durante el Siglo XV sobre los restos de una antigua fortaleza por Alonso Pimentel, tercer Conde de Benavente, y cuenta como elemento central con una gran torre del homenaje, el macho, rodeada por recias murallas con varios cubos cilíndricos. La fortaleza cambió varias veces de dominio y resultó parcialmente destruida, tanto en las guerras con Portugal como en la Guerra de la Independencia, siendo cedida al ayuntamiento a finales del Siglo XIX, quien se encargó finalmente de su reconstrucción después de haberle dado usos tan dispares como prisión, gallinero y almacén de paja. Actualmente, sus salas albergan diversas actividades culturales.


También en la parte alta de la villa se encuentra la Iglesia dedicada a su patrona, la Vírgen del Azogue, iniciada en el Siglo XII en estilo románico, aunque cuenta con reformas y añadidos posteriores. Adosada a ella en uno de sus costados se aprecia la Ermita de San Cayetano, pequeña capilla con una rica ornamentación barroca. Completa la plaza el edificio isabelino del ayuntamiento, construido en la época de los Reyes Católicos, cuya fachada cuenta con dos plantas porticadas flanqueadas por sendos torreones.















Buen lugar es éste para hacer un descanso y reponer fuerzas, y también lo sería para terminar aquí la etapa, pero como todavía me quedaba una buena porción del recorrido previsto para hoy, después de la corta visita abandoné la parte alta del casco histórico, y sentado en un mesón de la Calle del Arrabal pude saciar adecuadamente la sed y el hambre, que a estas horas ya amenazaba con que mi estómago empezase a hablar alto y claro...

Pasaban ya de las 2 de la tarde cuando salía de la Puebla, cruzando el Río Castro sobre el puente medieval y enfilando la pista que, bordeando su cauce, se dirige hacia los puertos de montaña. Durante un buen rato se camina a la sombra de los chopos y con el murmullo del cercano discurrir del agua. Aunque la hora es propicia para la siesta, el camino se hace agradable, y alternando tramos de buen firme con otros de molestos cantos rodados, e incluso alguna incursión por el asfalto, en algo menos de dos horas se llega a la Iglesia de Santiago, situada junto a una arboleda próxima a la aldea de Terroso.
















No queda más que un último esfuerzo, y después de sobrepasar una zona boscosa por un sendero que avanza en ligero ascenso, se vuelve a perder altura hasta llegar a atravesar la autovía por un puente, muy cerca ya de la entrada en Requejo de Sanabria, localidad  situada a los pies del Puerto del Padornelo y que marca para mi el final de esta larga jornada.















El camino desemboca en la carretera N-525, que atraviesa la localidad pasando junto a la Ermita de la Virgen de Guadalupe y muy próxima a la Iglesia de San Lorenzo, que domina desde lo alto con su vistoso campanario. Mi primera intención es buscar plaza en uno de los albergues y, tras visitar el que está al borde de la carretera, decido quedarme en el local de propiedad municipal, donde ya están alojados varios peregrinos y, aunque es un tanto austero, está limpio, ordenado y es mucho más barato.

Aquí me encuentro con una pareja de cierta edad que se me hace conocida... y después de mucho dar vueltas a la cabeza me viene a la memoria un desayuno en completo silencio en un día ya lejano, en el albergue de El Real de la Jara, cuando todavía no había abandonado los calores de la provincia de Sevilla... Pero esta vez sí se soltaron a hablar, y me comentaron que habían hecho algunos de los tramos posteriores en autobús.














Después de las tareas rutinarias de cada final de etapa, ducha y colada incluidas, por fin pude hacerme las curas de unas pequeñas heridas que me salieron entre los dedos de los pies, a pesar de que cada día ponía especial cuidado en proteger con pequeñas tiras de esparadrapo aquellas zonas más sensibles a las rozaduras. Cuando ya estaba preparado para una nueva batalla, salí a conocer el pueblo y sus lugares de aprovisionamiento, que aquí se limitan a una pequeña tienda de comestibles y a un par de bares junto a la carretera. La variedad no era mucha, pero además de disfrutar de una cerveza bien fresca, pude comprar lo necesario para salir tranquilo al día siguiente.

















Requejo de Sanabria es una pequeña localidad con unos 170 habitantes que se encuentra en un entorno natural privilegiado, rico en agua y plagado de fuentes, arroyos y regatos. Situado a 1.000 metros de altitud, en el inicio del ascenso al Puerto del Padornelo, cuenta en sus alrededores con parajes naturales de gran valor, como el Bosque de Tejedelo, una masa forestal de tamaño considerable que conserva un buen número de tejos, robles y castaños, algunos de ellos milenarios, así como diversas especies de aves y mamíferos. En las calles de su núcleo urbano hay varias fuentes, y se pueden apreciar hermosos ejemplos de construcciones típicas de esta zona de montaña, casas de piedra con amplios balcones de madera y tejados de pizarra.













Al final de la jornada, una vez tumbado sobre la cama y oyendo a través de mis pequeños auriculares las noticias que daban por la radio, me fui quedando dormido con la mente puesta en la siguiente jornada, auténtica "etapa reina" donde me había propuesto el ambicioso objetivo de superar los dos puertos de mayor entidad de todo el recorrido hasta Compostela, El Padornelo y A Canda, con la intención de finalizar en la localidad orensana de A Gudiña.

Galicia estaba ya a tiro de piedra...


- Descargar el itinerario de la etapa en un archivo para Google Earth: Clicar AQUÍ

- Volver al índice de etapas de la Vía de la Plata: Clicar AQUÍ

-

martes, 20 de noviembre de 2012

ETAPA 18: SANTA CROYA DE TERA - MOMBUEY

-

Por el Camino de los Mozárabes: Ruta Sanabresa

Domingo 3-6-2012 - De Santa Croya de Tera a Mombuey (36,8 Km.)
Salida: 6.30 - Llegada: 14.28

Ayuda a tu parroquia, ganamos todos.

Nubosidad variable, se suavizan las temperaturas (Máx. 24ºC)



Santa Croya y Santa Marta son dos pueblos vecinos, separados únicamente por el cauce del Río Tera. Mi primera parada es obligada a escasos 700 metros de haber salido del albergue, porque al otro lado del río se encuentra la Iglesia de Santa Marta, construida en el Siglo XI como parte de un antiguo monasterio. Es conocida porque al inicio de la primavera y del otoño se reproduce en ella el Milagro de la Luz, al igual que en el monasterio burgalés de San Juan de Ortega, y que en este caso consiste en la iluminación de un capitel en que se encuentra una talla del cristo resucitado, al que apunta la luz del sol que en ambos equinoccios entra al amanecer por el óculo situado detrás del altar.

Por este motivo, que en esas fechas aporta al lugar un cierto halo mágico y de misterio, esta iglesia románica es muy visitada por los peregrinos que recorren el Camino Sanabrés, pero también lo es porque, adosada a la portada que da frente al cementerio, se encuentra la talla en piedra más antigua que se conoce de Santiago Peregrino, y que se ha convertido en uno de los símbolos de esta ruta.
















En paralelo al cauce del río, el camino sigue hacia el Oeste atravesando un paisaje rebosante de vegetación que poco tiene que ver con el de jornadas anteriores. El verde tierno de las grandes choperas, las fértiles fincas de regadío, pequeños puentes, viejos molinos, y la presencia constante de agua, son ingredientes que alegran la vista y convierten la travesía en un relajado paseo.

Poco antes de entrar en Calzadilla de Tera, las señales que indican que el camio sigue de frente están anuladas, y después de seguir durante un rato las flechas que indicaban el desvío hacia la derecha, me encuentro caminando por el margen de un canal de riego que rodea el pueblo, y que curiosamente me obliga a rebasarlo sin más oportunidad de pasar por él que volver atrás, cuando el camino más corto hubiera sido seguir de frente y atravesarlo.














Dos kilómetros más adelante se encuentra la pedanía de Olleros de Tera, y a la entrada vuelve a repetirse la misma maniobra. Flechas que indican hacia dos direcciones distintas, seguir de frente hacia el pueblo cruzando el canal o desviarse hacia la derecha dando un rodeo. Como estoy un tanto perplejo por la situación, me detengo a consultar lo que dice la guía, que no hace mención al asunto, e intento salir de dudas preguntando a una señora del pueblo que se aproxima. ¿Usted sabe el motivo por el que el camino está indicado en dos direcciones? Mire, ya no es el primero que lo pregunta. Esto había que denunciarlo al alcalde. En el pueblo hay dos bares, y según vaya por uno u otro lado llega antes a uno de ellos, y sus dueños se pasan el día borrando y pintando flechas, haciéndose la guerra...


Sin pena ni gloria, el camino atraviesa el caserío y sigue adelante por terreno llano, dirigiéndose hacia unas fincas de concentración parcelaria donde destaca a lo lejos la silueta del Santuario de Nuestra Señora del Agavanzal, construida en el lugar en que, según la tradición, apareció una imagen de la Vírgen que dio origen al actual culto mariano. El templo se encuentra cerrado, pero se puede ver el interior a través de una mirilla.













El camino continúa por la margen derecha del Río Tera hasta llegar al Embalse del Agavanzal, que obliga a dar un rodeo hasta alcanzar la presa, para atravesarla y continuar después durante un buen tramo por la otra orilla. Las densas nubes con que se inició la jornada empiezan a abrirse en grandes claros, y el sol caldea el ambiente, pero la temperatura es agradable. Desde que salí de Granja de Moreruela se ve más movimiento por el camino, y hoy me he cruzado con más peregrinos que de costumbre. En la vía de servicio que rodea el embalse para dirigirse hacia Villar de Farfón me adelantó un peregrino alemán de casi dos metros de altura que avanzaba a la velocidad del rayo...














En una de las últimas casas de este pequeño núcleo habitado, la señal de una humeante taza de café que se viene repitiendo desde hace un rato indica hacia la izquierda. Después de casi seis horas andando, no es la curiosidad el principal argumento que me lleva a traspasar el portalón que me separa de una oferta tan tentadora...

En el patio interior hay una mesa donde se ofrece a los peregrinos café y galletas, que pueden servirse a su gusto a cambio de la voluntad. Se trata de una casa particular reconstruida piedra a piedra por un matrimonio de sudafricanos que, después de dar la vuelta al mundo y completar el Camino de Santiago, se enamoraron de este lugar y compraron una ruina para recuperar la casa con sus propias manos y habilitar en uno de sus locales un pequeño albergue para peregrinos, el albergue Rehoboth, y allí viven con sus dos hijos. Aquí me encontré de nuevo con Tierry, que también se había detenido a descansar y a tomar un café.













Saliendo de Villar de Farfón se entra en un sendero arbolado que va ganando altura hasta sobrepasar el  alto de la Peña de la Cruz, para descender de nuevo hasta el cauce del Río Negro. El río se cruza por una pasarela junto a la carretera poco antes de entrar en la localidad de Rionegro del Puente.

Aquí destaca el Santuario de la Virgen de la Carballeda, que da nombre a esta comarca en la que abundan los robles y las encinas. De origen románico, en etapas posteriores fue ampliado y reformado hasta dotarlo de su configuración actual, con una espectacular torre de sillería. Al igual que el albergue, situado en un antiguo hospital rehabilitado, el templo es propiedad de la Cofradía de los Falifos, institución que desde el Siglo XIV se dedica a facilitar la vida a los peregrinos, manteniendo caminos y puentes y proporcionándoles alojamiento.














Junto al santuario, un autobús acaba de descargar a un grupo de romeros de fin de semana que se disponen a hacer a pie el tramo de casi 10 kilómetros que separan Rionegro de Mombuey. Aunque caminan bastante disgregados, poco a poco los voy adelantando a lo largo de la pista que avanza por la derecha de la autovía A-52 y después continúa hasta el final, ya como camino o sendero, en paralelo a la carretera N-525. Cuando alcanzo a la pareja que marcha en cabeza me fijo en un detalle que apenas llama la atención, y es que caminan juntos porque un trozo de cuerda une sus manos: Se trata de un ciego conducido por su lazarillo...













Una vez superado el numeroso grupo, el camino sigue ganando altura y avanza alternando zonas de campo abierto con otras de monte bajo, donde se ven los primeros toxos con sus flores amarillas, símbolo inequívoco de que Galicia está cerca. Aunque me cruzo con una pareja de simpáticas peregrinas que marchan a buen ritmo, durante un buen trecho recupero la tranquilidad del caminante solitario, hasta que el camino de tierra termina en la carretera que entra a Mombuey.

En la Calle de la Iglesia se encuentra el albergue, pequeña casa de propiedad municipal que cuenta con servicios para cubrir las necesidades básicas de los peregrinos, camas y aseos con agua caliente, pero por su aspecto demuestra no estar bien atendido. Los pocos muebles están arrinconados, los colchones y la ropa de cama, completamente descuidados, y la suciedad es evidente, dando la impresión de que nadie se encarga del orden y la limpieza. Bien es verdad que tampoco se exige el pago de ninguna cantidad, sino un donativo voluntario.

Siendo esta una localidad típica de final de etapa, sus escasas plazas se completaron al poco tiempo de mi llegada, y fueron varios los peregrinos que tuvieron que "buscarse la vida" o seguir andando durante un par de horas más para llegar al siguiente pueblo con albergue. Una señora que consiguió una de las últimas camas comentaba que, habiendo trasladado al párroco la sensación de suciedad y abandono que transmitía el albergue, este le contestó: Los peregrinos son muy cómodos y piden mucho, ¡Que lo limpien ellos!













La arquitectura de Mombuey varía sustancialmente con respecto a la que se aprecia en los pueblos anteriores. Aquí dominan las construcciones de piedra con balcones de madera y cubiertas de teja o pizarra, más típicas de las zonas de montaña. Hay varias casas bien cuidadas o restauradas que llaman la atención, pero el edificio que destaca sobre todos los demás es la Iglesia de la Asunción que, construida con piedra de sillería a comienzos del Siglo XIII, cuenta con una inconfundible torre románica de tres pisos rematada con un matacán y una bóveda piramidal, lo que denota el carácter defensivo que tuvo en su origen como atalaya militar.



















La Iglesia está considerada como Monumento Histórico Artístico desde 1931, y su construcción se atribuye a la Orden de los Templarios, que se encargaban de proteger el camino al paso de mercaderes y peregrinos. Se accede al interior por un recio arco ojival, en cuya puerta es bien visible un cartel que anima a señalar la casilla en que se asigna el 0,7 del IRPF a la Iglesia Católica y que reza: X la Iglesia, X todos.



















En uno de sus ventanucos interiores está expuesta una imagen de la Virgen con el Niño un tanto mutilada, que data del Siglo XIII y fue encontrada oculta tras una pared al hacer unas obras. Cuando me encuentro junto a ella, alguien que se acerca por detrás me dice que no se pueden sacar fotografías. Es el párroco, que acaba de entrar, y como no hay nadie más dentro del local, me atrevo a preguntarle sobre el criterio que siguen en este asunto, ya que he entrado en otras Iglesias y catedrales y, salvo contadas excepciones, es raro que me hayan puesto problemas cuando el templo está abierto al público:

Se prohíbe sacar fotografías porque esto no es un local público. Pero está abierto al público, y en su mantenimiento participan los ciudadanos a través de sus impuestos. El estado no aporta nada, la Iglesia se financia sólo con las aportaciones de los fieles. De los fieles y de otros que, como yo, piensan que a su cargo está un patrimonio muy valioso y que entre todos tenemos que colaborar para conservarlo. Espero que su forma de pensar no sea muy extendida, porque desanima a cualquiera que le oiga. (En ese instante entran dos señoras) Bueno, bueno, este no es el momento ni el lugar para hablar de estos temas... Ya entiendo...















Eran las siete de la tarde cuando volví al albergue, acababa de llegar Andreas, el seminarista alemán, que con cara de resignación no encontraba otra opción que continuar andando hasta el siguiente albergue, y a ello se disponía. Poco después fui al patio trasero para comprobar si la ropa que había lavado al llegar ya estaba seca, y allí me encontré con una peregrina alemana que había montado una pequeña tienda de campaña donde se disponía a pasar la noche...

Más tarde, mientras cenaba, comentaba con el dueño del bar sobre la cantidad de peregrinos que paraban en la localidad, y de la poca visión que tenían en el ayuntamiento sobre el tema, porque podrían mantener al menos una nómina si tuviesen otro local bien atendido, habilitado para alojar a los peregrinos en mejores condiciones, y cobrasen por ello una cantidad razonable...














 ...Y también de lo poco observadores que son los habitantes del pueblo, porque en una situación como la actual, con nulas oportunidades de encontrar trabajo, lo que faltan son emprendedores.


- Descargar el itinerario de la etapa en un archivo para Google Earth: Clicar AQUÍ

- Volver al índice de etapas de la Vía de la Plata: Clicar AQUÍ

-