martes, 9 de junio de 2009

9ª ETAPA: Triacastela - Melide

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- Distancia Recorrida: 92 Km.
- Hora de Salida: 08.20 h.
- Hora de Llegada: 20.05 h.
- Puertos con dificultad: Ninguno a destacar. Terreno con constantes subidas y bajadas.
- Lugares de paso: 1. Triacastela - 2. Samos - 3. Sarria - 4. Portomarín - 5. Palas de Rei - 6. Melide

Sábado, 4 de Abril de 2.009 - Temperatura suave. Cielo cubierto y llovizna persistente

- Desarrollo de la jornada: A la hospitalera del albergue se le pegaron las sábanas y tuvimos que esperar un ratito para poder acceder a las bicicletas. Desayunamos sin prisas en un bar y salimos de Triacastela con el cielo amenazando lluvia, que no se haría esperar. Las nubes nos regalarían un persistente orballo durante buena parte de la mañana de ésta primera etapa completa en Galicia.

En el primer tramo que nos llevará a Sarria elegimos la variante que pasa por el Monasterio de Samos recorriendo el Valle del Río Oribio, en el que tras circular los kilómetros iniciales por carretera, en San Cristovo do Real nos internamos en un paisaje de cuento, un gratificante estímulo para los sentidos.

Siempre bordeando el río, circulamos por alfombrados caminos y angostas corredoiras entre castaños, chopos y carballos. Hiedras, madreselvas y enredaderas lo inundan todo de verde. Antiguas aldeas todavía habitadas, con sus casas de piedra de viejos balcones y tejados de pizarra, salpican un paisaje en el que abundan prados, fuentes y arroyos. En el borde de la fraga asoma algún molino movido por la fueza del río. La suave lluvia colabora a crear el ambiente adecuado para este entorno natural que nos sobrecoge por su belleza.

























Me sorprendió gratamente esta imagen de Galicia, que hasta ahora era para mí la costa, con sus faros y acantilados salvajes, con las rías de playas suaves y puertos marineros, con los bosques llegando al borde del mar, con el encanto de las islas atlánticas... Esta alternativa para disfrutar de la naturaleza no tiene nada que envidiar a las zonas costeras.

En este lugar mágico donde florecen los muros de piedra, donde parece que el tiempo no transcurre a la misma velocidad que en las zonas urbanizadas, las vacas comparten con sus dueños el dominio del territorio... y hay que cederles el paso con la debida cortesía...


(el vídeo es de Pablo)

Subiendo y bajando atravesamos los lugares de Lusío, Renche, Lastres, Freituxe y San Martiño do Real antes de llegar a Samos, donde se alza imponente el Monasterio de San Julián, cátedra del Padre Feijóo y regido desde hace siglos por monjes de la orden de los benedictinos. El sello que nos aplican en la credencial de peregrino es uno de los más vistosos de cuantos hemos ido recopilando en nuestro recorrido.















Nos recibe amablemente Agustín, el fraile que atiende al público y que es fiel seguidor de la máxima "Ora et Labora" que instituyó el fundador de la orden monástica. Empleamos en la visita el tiempo que no habíamos tenido para dedicar a las catedrales de Burgos o de León, pero salvo por las enormes dimensiones del edificio y de sus claustros, el recorrido nos llegó a decepcionar. Debido a una moderna renovación, acometida tras el incendio que lo destruyó casi por completo en 1951, está casi desprovisto de elementos decorativos históricos, y las pinturas murales con que adornaron sus paredes son de un gusto muy discutible.

(El vídeo es de Pablo)

Tanto es así, que el hablador fraile nos prestó más atención cuando estabamos en su tienda comprando algunos recuerdos que en la propia visita guiada, la cual despachó con cuatro parrafadas más o menos ingeniosas y luego nos remitió a completar en solitario gran parte de su recorrido.

Seguimos después nuestra ruta de flechas amarillas con la misma tónica, atravesando pequeños núcleos habitados diseminados por todo el recorrido cuya enumeración completa sería una tarea casi imposible: Foxos, Teiguín, Santalla de Pascais, Reiriz, Carballal... En cada recodo del Camino nos vamos encontrando con pequeñas sorpresas: ermitas solitarias, árboles centenarios, muíños, pombales, rebaños de ovejas, fuentes, pequeñas capillas que jalonan la ruta...













Vamos tan extasiados que cruzamos sin detenernos la importante localidad de Sarria, como si fuese un estorbo innecesario en el paisaje. Avanzamos entre las típicas casas con galerías de la Rúa Maior para pasar luego junto al Convento de la Madalena casi sin reparar en su presencia. Entraremos después en una zona salpicada de huertas, con panorámicas más abiertas y sin grandes repechos, donde carballeiras y soutos se alternan con zonas de prados y cultivos.

A estas alturas son ya numerosos los peregrinos que vamos encontrando en nuestro camino, bien sea en solitario o en grupo. Cada vez estamos más cerca del Pórtico de la Gloria y mucha gente ha comenzado su andadura en O Cebreiro. Otros aprovechan el fin de semana para hacer el recorrido en tramos sueltos. A todos saludamos a nuestro paso con unas palabras de ánimo:

¡Buen camino, peregrino!

Poco después de Barbadelo nos detenemos en un establecimiento de turismo rural situado en un entorno apacible y muy bien integrado en el paisaje, la Casa Nova de Rente, y aunque es pronto para comer, nos dejamos convencer con facilidad. Se trata de una explotación familiar donde nos atiende sucesivamente los distintos miembros de la familia. La madre nos recibe y nos ofrece asiento, la hija toma nota, el hijo nos trae las cervezas y el padre nos acompaña mientras nos "ventilamos" unos memorables bocadillos de filete de ternera con queso. Todo con productos de la casa rematados con un café de pota y unos "vapores" de licor café.

Aquí coincidimos con una joven y circunstancial pareja de peregrinos a pie, hombre y mujer, que se sentaron a nuestro lado y nos dieron animada conversación. También nos enseñaron alguna de las numerosas virtudes del té verde...













Poco después de reiniciar nuestra ruta, en medio de la subida por una carballeira nos volvemos a detener por un problema mecánico. Se trata de la segunda rotura en el soporte de un transportín, sin el cual no podemos seguir adelante. Pero con la experiencia acumulada de la vez anterior y gracias a las salvadoras bridas metálicas que en su día compramos en Carrión de los Condes, esta vez salimos del aprieto como auténticos profesionales. ¡Mejor que nuevo!














Mercado da Serra, Peruscallo, Cortiñas... son lugares que vamos encontrando a nuestro paso. En Lavandeira, poco antes de llegar al Marco que indica los 100 Km. que restan para llegar a Compostela, tenemos que echar pie a tierra. La ruta avanza en medio de un torrente por un firme irregular de piedras sueltas. El eje central del camino está surcado de pasales, piedras horizontales colocadas de forma que los viandantes puedan sortear el agua, pero esta combinación es muy difícil de superar para las bicicletas, y el riesgo de sufrir algún percance es elevado. En el vídeo queda constancia de esta dificultad.

(El vídeo es de Pablo)

Morgade, Ferreiros, Cotarelo, A Parrocha, Vilachá... El día se va echando encima y una potente idea comienza a formarse en nuestras cabezas: queremos llegar a comer el pulpo en Casa Ezequiel, la pulpeira emblemática de Melide ¡Hay que seguir dando pedales!

Tras un largo descenso que comienza en As Rozas, al pie de A Pena do Corvo, atravesamos el Río Miño por un gran viaducto y bordeamos sin parar la localidad de Portomarín, el pueblo reconstruido en lo alto de un monte para evitar el Embalse de Belesar, cuya iglesia de San Nicolás fue llevada piedra a piedra al punto más alto, desde donde ahora domina el horizonte como templo-fortaleza que fue en su día. Se inicia a partir de aquí una larga subida de varios kilómetros hasta Hospital da Cruz, donde dejaremos atrás el pronunciado Valle del Miño. En este tramo abundan los bosques repoblados con pinos, las retamas y los toxos, ahora en flor.













Vendas de Narón, Ligonde, Airexe, Lestedo, O Rosario... Avanzamos por la comarca ganadera de A Ulloa, ya en la cuenca del Río Ulla, que está surcada de pequeños monumentos y cruceiros que acompañan al peregrino en su sacrificada ruta. Animados por el afán de conseguir nuestra poderosa recompensa final, pasaremos por Palas de Rei como "alma que lleva el diablo", pues desde la distancia ya sentimos en nuestros corazones el fuerte olor que desprende el preciado manjar que borbotea en la olla de cobre...

La etapa se nos está haciendo larga y la tarde se nos echa encima. El último tramo "cortamos por lo sano" y lo hacemos por carretera. En Melide no encontramos alojamiento en el albergue municipal, pero lo conseguimos en la Pousada Chiquitín, un hotelito moderno y confortable situado en la C/ San Antonio 18. Después de ocuparnos de descargar y preparar los equipos, una buena ducha y... la cena en el Ezequiel nos espera.


Para mañana nos quedan 54 Kilómetros que recorreremos pausadamente, disfrutando de cada momento, recordando las jornadas ya pasadas. Sólo resta un último esfuerzo para llegar a Compostela.


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2 comentarios:

César dijo...

Como te lo curras compañero . Pero .... ¿seguro que hemos pasado por todos esos sitios?. Leyéndote vuelvo a revivir con extrema claridad esos momentos inolvidables , y casi saboreo ese pedazo de filete , con su queso casero , su pan de hogaza - también casero - , su cerveza fría ... también casera. Y ese licor café todo casero él . Uhmmmmm ! Omá que rico ¡

Be* dijo...

¡¡Ya os queda poco Juramentados!!

A mí no deja de sorprenderme ese monólogo sobre un conejo y una madriguera que se marca Jaime cuando vais detrás de la vaca y el ternerito...qué gran filósofo se perdió el mundo...jajajaj

La verdad es que me da la sensación de estar haciendo yo el camino mientras leo, deberías publicar un libro sobre el camino de Santiago Papi =D


Y mucha pena no me dais la verdad, porque anda que no os metisteis banquetes por ql camino, jeje