martes, 12 de mayo de 2009

4ª ETAPA: Azofra - Burgos

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- Distancia recorrida: 101 Km.
- Hora de Salida: 08.35 h.
- Hora de Llegada: 19.15 h.
- Puertos con dificultad: Puerto de La Pedraja (1.150) - Alto de Atapuerca (1.070)
- Lugares de paso: 1. Azofra - 2. Santo Domingo de la Calzada - 3. Belorado - 4. Villafranca de Montes de Oca - 5. Puerto de La Pedraja - 6. Atapuerca - 7. Burgos

Lunes 30 de Marzo de 2.009 - Frío y nuboso por la mañana, soleado por la tarde.

- Desarrollo de la jornada: Tras levantarnos a las 07.00 h y desayunar en el bar del pueblo, emprendimos nuevamente el Camino. Por un terreno con escasas pendientes, atravesando viñedos y fincas de cereal, llegamos en menos de una hora a Santo Domingo de La Calzada, localidad de algo más de 6.000 habitantes situada en el valle del río Oja, que da nombre a esta comunidad autónoma. Ya dentro de las murallas de su casco antiguo, nos detenemos a sellar en el albergue de la Cofradía del Santo y a sacar unas fotos de recuerdo: Catedral con torre barroca, Ayuntamiento en la Plaza Mayor, Conventos, Parador...


















El lugar hubiera merecido de una mayor atención, aunque sólo fuese por volver a recordar el milagro del gallo y la gallina, pero tenemos que seguir nuestra ruta... Los campos están muy verdes en esta época del año. La configuración del terreno y la amplitud de los caminos nos permiten avanzar rápidamente. Dejamos atrás Grañón, última localidad de La Rioja, para entrar en Castilla sobrepasando varios pueblos pequeños (Redecilla, Castildelgado, Viloria y Villamayor) antes de llegar a Belorado.

Pero no todo fue "coser y cantar" en este tramo. El día anterior había llovido y se había formado una capa de barro arcilloso que por momentos hacía pesado el rodar de las bicis... hasta que nos vimos obligados a parar.













Casi sin darnos cuenta, la fina capa de barro se fue convirtiendo en "barro asesino" que se pegaba a las ruedas y nos impedía avanzar. El que más y el que menos intentó salir del trance a su manera, por el borde del camino, por los sembrados... pero fuimos cayendo uno tras otro. En escasos 500 metros perdimos algo más de una hora, y no nos quedó más remedio que arrastrar las bicicletas un buen rato hasta que cambió la consistencia del firme. Queda el testimonio en el siguiente vídeo (el asunto nos sirvió para echarnos unas risas):

El video es de Pablo

Cuando pudimos rodar mínimamente proseguimos la ruta con bastante precaución, porque desconocíamos los efectos que podía tener el barro que se había introducido en los elementos mecánicos de las bicis. Pero poco después la suerte se puso una vez más de nuestro lado en forma de "casa-con-manguera-al-borde-del-camino". El paisano comprendió nuestra situación y colaboró en ayuda de los peregrinos con auténtico espíritu de hospitalero.

Seguimos luego en suave ascenso hasta nuestra siguiente parada en Villafranca de Montes de Oca, sin más complicaciones pero pasando antes por varios pueblecitos (Tosantos, Villambistia, Espinosa), situados la mayor parte de las veces en pequeños cerros por los que discurre el Camino, lo que en adelante nos obligará una y cien veces a subir... para volver a bajar. Antiguos burgos defensivos organizados alrededor de su iglesia con muros de piedra, seguramente prevista como único refugio de los campesinos.

Llegados a Villafranca, estamos al inicio de la subida a los Montes de Oca, que separan el valle del Ebro y el valle del Duero. Nos ha llegado la hora de comer, pero esta vez cambiamos de estrategia dado que, conocidos los efectos nocivos que tiene una opípara comida en la posterior ascensión, decidimos subir más ligeros y conformarnos con unos bocatas y unas cervezas. En el restaurante "El Pájaro" reponemos fuerzas y entramos en calor.












Por una pista amplia y bien preparada, la subida al puerto es larga y empinada. Los primeros tramos son los más duros, pero se suaviza al llegar al mirador de la fuente mojapán, adentrándose luego en un bosque de robles que nos acompañará hasta el alto. En la zona más umbría y próxima a la cima permanecen los restos de la última nevada a ambos lados de la pista. Con un poco de esfuerzo... el Puerto de La Pedraja "ya está en el bote".















En la bajada del puerto el Camino está en obras de acondicionamiento, lo que nos obliga a seguir la carretera N-120. Después de San Juan de Ortega decidimos desviarnos por la variante que nos conduce a Atapuerca. Es un lugar que no se puede pasar de largo por sus yacimientos arqueológicos. Paramos a sellar en el albergue y a pedir información, pero las excavaciones estaban temporalmente cerradas y no se podían visitar.

El pueblo es muy pequeño y no tiene mayor interés, pero la subida a la Sierra de Atapuerca, atravesando un encinar por una irregular vereda con muchas piedras, nos hace imaginar las peripecias de nuestros antepasados y la dureza de sus vidas casi animales. La subida se hace dura... ¡Este esfuerzo va por ellos!

Llegando al alto el terreno se despeja de arbolado, una cruz se recorta en el horizonte y da paso a una pequeña planicie donde hay una gran espiral hecha con piedras. Tengo la sensación de que nos encontramos en un lugar casi religioso, como en cualquier catedral o iglesia gótica. El paraje se vuelve sobrecogedor...



















En el albergue nos surgió la duda de si el símbolo del sello es una flecha o una huella de dinosaurio de las que se encontraron en en una zona próxima. La joven hospitalera que nos atendió estaba un poco desorientada al respecto y no nos supo dar respuesta.

Desde aquí se contemplan a lo lejos las torres de la catedral de Burgos. Tenemos a la vista el final de etapa y ya estamos pensando en el lechazo que nos vamos a papear... ¡Que lo vayan poniendo a la brasa! Después de una larga e irregular bajada, en paralelo a los restos de una alambrada militar, atravesamos varias localidades menores (Villaval, Cardeñuela y Orbaneja) para llegar a la altura del aeropuerto de Villafría, desde donde circularemos por un interminable polígono industrial hasta llegar al centro de la ciudad. Tras bordearlo por el Paseo del Rio Arlanzón, nos dirigimos directamente a sellar en la oficina de la Catedral, en la Plaza del Rey San Fernando. Pero, como nos volverá a pasar posteriormente en más de una ocasión, no podemos visitar el templo porque llegamos tarde y ya está cerrado.

El albergue municipal está muy próximo a la catedral pero, como en el resto de los casos, sólo permanece abierto hasta las 22.00 h. Llegamos un poco tarde y, entre duchas, lavado de ropa y demás preparativos, no tendríamos tiempo casi ni de salir a cenar. Como no nos dan "cuartelillo", decidimos irnos a un hotel cercano, el Norte y Londres en la Plaza de Alonso Martínez, donde nos guardan las bicis. ¡Burgos se merece un homenaje y nosotros también! ¡El lechazo nos espera!



















Me sorprende gratamente lo bien cuidado que está el centro de la ciudad, su calles y plazuelas, así como la monumentalidad de muchos de sus edificios. Tras callejear un rato encontramos una cervecería de Estrella Galicia, donde no podemos dejar de entrar. ¡Buena forma de comenzar! Como debemos de llevar escrito en la cara que en esta ocasión vamos "a lo grande", nos recomiendan Casa Ojeda, que resulta ser uno de los mejores restaurantes de Burgos.

El lugar... acogedor. La atención... exquisita. El lechazo y el resto de la comida... mejor que bien. Los postres... de fotografíar. Y si además está cenando en la mesa de al lado la superatleta Marta Domínguez... ¡Para qué pedir más!. La foto no es muy buena pero ahí estamos.

















Pero... después de todo... fuimos buenos chicos y nos retiramos a una hora prudente. Nos esperaba al día siguiente la meseta castellana... ¡Ancha es Castilla! ... y laaarga.


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2 comentarios:

Nando dijo...

muy interesante, lo del "barro asesino" me puso un nudo en la garganta, pero cuando llegó lo del lechazo se me hizo la boca agua ... y eso que ... ¡ya había comido!
que carallo donde este un buen cordero de burgos ...
Ey carballeira

César dijo...

!Joderrrrr ¡. Como disfruté ese día , y ese lechazo .... y ese vino... y esos postres ... !y esos pedazos de compañeros ¡. Cojonudo.
Me voy que me entró el hambre ...je je.